La Santa Biblia es la Palabra Inmutable y
Viva del Eterno Dios ¿QUE TENGO QUE HACER?
Rompiendo
todas las cadenas
Poniendo en libertad a los Cautivos
tu
vida – en su conjunto
He
recibido recientemente el documento siguiente. El autor me queda desconocido. He hallado el documento muy provechoso, y
resume mucho de lo que digo en mi sitio web.
Por lo tanto, he decidido publicarlo en el sitio web para ser motivo de
reflexión.
Parece que una persona de 20 años lo
haya escrito.
++++
En ese
lugar, entre estar en vela y el sueño, me hallé en el cuarto. No había característicos
distintivos, salvo una pared cubierta de ficheros de fichas pequeños, como los
que están en las bibliotecas para dar una lista de títulos, por autor o tema,
por orden alfabético. Pero estos
ficheros, que parecían extender del suelo al techo, sin fin en cada dirección,
tuvieron encabezamientos muy distintos.
Como me
acerqué a la pared de ficheros, el primer que llamó la atención fue titulado, “Personas que me han resultado simpático”. Lo abrí, y comencé a repasar las fichas. Lo cerré rápidamente, asustado, porque
reconocí los nombres sobre cada una.
Entonces,
sin necesidad de información, supe donde me hallé. Este cuarto sin vida, con sus pequeñas
fichas, fue un sistema rudimentario para catalogar mi vida. Fueron escritas allí las acciones de cada
momento, grandes y pequeñas, en detalles que no podía igualar mi memoria.
Un sentido
de maravilla y curiosidad, junto con el horror, conmovieron dentro de mí, como
comencé a abrir al azar, los ficheros, para examinar el contenido. Algunas me dieron alegría y memorias dulces;
otras un sentido de vergüenza, y pena, tan intensas, que miraría sobre la
espalda para ver si alguien me miraba.
Un fichero titulado “Amigos” estaba
al lado de otro titulado, “Amigos que he
traicionado”.
Los
títulos varían del prosaico al extraño.
“Libros
que he leído”
“Mentiras que he dicho”,
“Consuelo
que he dado”,
“Chistes
de los cuales he reído”.
Algunos
fueron casi divertidísimos en su precisión.
“Cosas
que he gritado a mis hermanos”.
En cuanto
a otros, no podía reírme de ellos.
“Cosas
que he hecho en un momento de enfado”, “Cosas
que he murmurado entre dientes a Mis Padres”.
Fue
continuamente sorprendido por el contenido.
A menudo, había más fichas que había esperado, algunas
veces había menor.
Estaba
abrumado por el extenso de la vida que había llevado.
¿Fuera
posible, durante mis 20 años de vida, que había el tiempo para escribir cada
una de estas miles, o millones, de fichas?
Sin embargo, cada ficha confirmó la verdad porque cada una fue escrita
en mi propia escritura, con mi firma.
Cuando saqué
la ficha titulada “Canciones a las cuales he
escuchado”, me dio cuenta de que los archivos crecieron para tener su
contenido. Las fichas fueron llenadas
estrechamente, pero, después de buscar a una distancia de dos o tres metros, no
había aun hallado el fin del archivo. Lo
cerré, avergonzado, no por la cantidad de música, sino por el gran periodo de
tiempo que había representado este archivo.
Cuando
llegué a una ficha titulada “Pensamientos
Libidinosos”, sentí un frío que pasó por mi cuerpo. Saqué el archivo 2 centímetros, no queriendo poner
el tamaño a prueba. Me estremecí a su
contenido detallado. Me sentí enfermo pensar que se había registrado tal
momento.
Una rabia
casi animal se produjo dentro de mí. Un
pensamiento dominó mi mente
“¡Nadie
debe ver estas fichas!
¡Nadie
debe ver este cuarto!
¡Tengo
que destrozarlos!”
En un
frenesí loco, tiré el archivo. No
importaba el tamaño en aquel entonces.
Tenía que vaciarlo, y quemar las fichas. Pero, como lo tomé a un
extremo, y comencé a golpearlo sobre el suelo, no podía sacar ni una sola
ficha. Me desesperé, y tiré una ficha, hallándolo
tan fuerte que el acero cuando traté de hacerlo pedazos.
Vencido, y
totalmente impotente, puse la ficha en el archivo. Inclinando mi frente sobre la pared, salió de
mi boca un suspiro largo y autocompasivo.
Pues, lo vi,
titulado, “Personas con quienes he compartido el evangelio”. El tirador era más luminoso que los de
alrededor, más nuevo, sin estrenar. Tiré
el tirador, y una cajita de no más de 6 centímetros cayó en mis manos. Podía contar las fichas en una mano.
Entonces
vinieron las lágrimas. Comencé a llorar,
sollozos tan profundos que el dolor comenzó en mi estómago y pasó por todo mi
cuerpo. Caí sobre las rodillas y lloré. Lloraba de vergüenza, de la vergüenza total
de la situación. Las hileras de los
archivos se arremolinaron delante de mis ojos llenos de lágrimas. Nadie debe saber nunca que existía tal
cuarto. Tenía que cerrarlo y esconder la
llave.
Entonces,
como me sequé las lágrimas, Le vi.
No, por
favor, que no sea El. No aquí. O, cualquiera salvo Jesús. Miré indefenso, mientras comenzaba a abrir
los archivos y leer las fichas. No podía
soportar ver Su respuesta. Y, durante
los momentos cuando podía mirar Su cara, vi un dolor más profundo que el
mío. Pareció, por intuición, ir a los
peores archivos. ¿Por qué fue necesario
leer cada uno?
Finalmente,
se volvió, y me miró del otro lado del cuarto.
Me miró con lástima en Sus ojos,
Pero, esta fue una lástima que no me enfadó. Bajé la cabeza, cubrí los ojos con las manos,
y comencé a llorar de nuevo. Se acercó
de mí y me abrazó. Hubiera podido decir tantas
cosas, pero no dijo nada. Lloró conmigo.
Entonces,
se llevó y se acercó a la pared de archivos.
Comenzando a un lado del cuarto, tiro un archivo, y uno tras otro,
comenzó a firmar Su nombre sobre el mío en cada ficha. “¡No!” grité, corriendo hacia Él. Todo lo que podía decir era, “¡No!” “¡No!” como
tiraba la ficha de Su mano. Su nombre no
debe aparecer en estas fichas. Pero, allí
estaba, escrito en rojo, tan rico, tan oscura, tan viva.
El nombre
de Jesús cubrió el mío.
Fue
escrito en Su sangre.
Tomó
dulcemente la ficha. Sonrió tristemente,
y comenzó a firmar las fichas. No creo
que jamás entienda como lo hizo tan rápidamente, pero pareció que, al próximo
momento, Le oí cerrar el último archivo y volver a mi lado. Puso Su mano sobre mi espalda y dijo, “Lo he terminado”.
Me
levanté, y me condujo del cuarto.
No había
cerradura sobre la puerta.
Había aún
fichas que escribiría.
++++
Comentarios
– p.j.
Pudieras
fácilmente añadir otras cartas tú mismo.
¿Cuántas
veces he echado la culpa a Dios de mis problemas?
¿Cuántas
veces he desobedecido las instrucciones claras de Dios?
¿Cuántas
veces he blasfemado el nombre de Dios?
¿Cuántas
veces he dicho a Dios lo que debe hacer?
¿Cuántas
veces he utilizado el nombre de Dios como palabrota?
Es una
lista sin fin.
Tengo que
aclarar una cosa. No debes creer así que
es necesario predicar el evangelio a todo el mundo, si no, has fracasado. Esta es enseñanza general del Cristianismo.
Tu
meta actual es crecer en la gracia y conocimiento, que quiere decir permitir
que Cristo te transformara.
2
Pedro 3:18 Mas creced en la gracia y conocimiento de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la
eternidad. Amén.
Como
tú desarrollarás, Cristo conducirá a ti toda la gente, quien ya ha asignado que
ayudaras. No es necesario buscar a
alguien. Cristo conducirá a ti la gente,
como estarás preparado para abordar cualquier nueva situación. No quiere decir en absoluto que sea necesario
pasar muchos años para transformarte, sobre todo en estos tiempos postreros. Es posible utilizarte más rápidamente que
crearas.
Todo
está bajo el control de Jesucristo.
Es posible
dar solamente lo que tengas.
No es
posible ayudar a cualquiera sin el conocimiento ni la experiencia. Dar una biblia a una persona, y creer que
este es el fin de la cuestión, no es más que un error. La biblia no está escrita para que se pueda
entenderla, como he dicho repetidas veces.
Por lo tanto, debes rezar por la sabiduría para entender la biblia tú
mismo y para poder ayudar efectivamente a otros.
Evita
todo profesor falso.
Si
lees esto, sabes que hay un recurso inmenso disponible en mi sitio web para
ayudarte.
Un
sistema de apoyo es disponible.
Mi
experiencia severa revela que cuando se trata de ayudar a personas, es siempre
necesario consolidar lo que están leyendo y experimentando, si no, todo es
vano, y pueda ser destructivo a la persona que estuviera entonces más
confundido que antes.
Unos
documentos que debes estudiar cuidadosamente:
La
Manera de Vivir exigida por Dios
Qué vas a
hacer antes de que sea demasiado tarde?
Documento: La Obediencia es la única vía de evasión